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Augusto Alonso y Agustín Guillot: “No pedaleemos tristes”


Augusto Alonso, de 22 años, es integrante de la selección argentina de futbolistas amputados desde los 17 y estudia la carrera de Comercio Internacional. Agustín Guillot, de 26 años, es guía de montaña desde los 18 y realiza salidas a la montaña desde los 15. Ambos son parte del equipo del área de Discapacidad de la Subsecretaría de Deportes de la provincia, dependiente de la Dirección de Deporte Social y Comunitario.

Juntos tomaron la decisión y, a mediados de enero, emprendieron una travesía que consistió en realizar cicloturismo, partiendo desde San Martín de los Andes para cruzar a Chile y luego volver hacia Argentina, recorriendo el camino de los siete lagos, para terminar en Villa La Angostura.

La travesía duró quince días, a pesar de que habían hecho el cronograma para realizar el viaje en seis, ya que la idea era no sólo hacer deportes sino que también tomarlo a modo de vacaciones. Por eso, cuando algún lugar los “copaba”, armaban campamento y se quedaban un par de días.

Agustín cuenta: “Organizamos el viaje con anticipación. La idea era hacerlo por el Sur del país, luego se nos ocurrió el cruce a Chile y ahí se sumó otro amigo, así que juntamos lo necesario, lo dividimos en las tres bicis, realizamos el itinerario, los desniveles y nos mandamos. Por mi parte, nunca había realizado algo de esta magnitud. Lo que queríamos era hacer un viaje valiéndonos por nuestras bicis y por lo que llevamos en ellas”.

Augusto nos contó: “La verdad es que en cierto punto subestimé un poco el recorrido, el viaje en sí. Yo pedaleo normalmente 100 kilómetros o más y, al planificar, no tomé en cuenta los desniveles y el ripio, que nos jugaron una mala pasada”.

Ambos sostienen que “este tipo de experiencias dejan un mensaje muy importante y es que no hay que subestimarse nunca a uno mismo ni a sus capacidades. Tampoco atarse a lo que estás viviendo en ese momento, no enfocarse en lo que está visto socialmente: si te falta una pierna,no vas a poder hacer esto o lo otro. Hay que pasar el problema y seguir haciendo lo que a uno le gusta”.

Además de trabajar juntos, son amigos, pedalean durante el año y así surgió esta idea. “Vamos a hacer esta, que está buena, y vaya si lo fue, terminó siendo un disfrute. Los paisaje, divinos, una locura. A la vez, fue muy duro, hubo días en que se nos complicó. Terminábamos muertos, sobre todo en lo que fue el cruce a Chile. Pero cargábamos pilas y seguíamos. La gente se paraba y nos felicitaba por lo que habíamos emprendido. Había lugares que era parar y quedarse días. Por suerte el clima nos acompañó de manera excelente”, detalla Agustín.

Según el desnivel, es la cantidad de kilómetros que pedaleaban por día. Incluso hubo lugares en los que se quedaron dos días. Recorrían como mínimo 25 kilómetros y un máximo de 50 por día, teniendo en cuenta que llevaron sus pertenencias en las bicicletas, por lo que el peso era considerable.

“El paisaje te estimulaba. Había días que terminábamos fusilados, pero al día siguiente estábamos nuevos, con unas ganas de salir terribles, con las pilas a full. No sentías cansancio porque ibas viendo esos lugares que son magníficos”, dice Augusto.

Los deportistas nos dejan una premisa que conlleva una carga importante para transmitir, que no sólo les sirve para esta ocasión sino más bien para la vida: “No pedaleemos tristes”, dicen a dúo.

Un aprendizaje constante

Augusto y Agustín son parte del staff del área de Discapacidad, dependiente de la Dirección de Deporte Social y Comunitario de la Subsecretaria de Deportes de la provincia.

El programa en el cual cumplen sus funciones es Deporte Abierto, que se desarrolla en el Parque General San Martín y está destinado a la práctica de deporte al aire libre. Su función es realizar bicleteadas dos días a la semana con gente joven y sin discapacidades y que tiene diferentes recorridos y exigencias según la persona.

En lo que refiere a la parte administrativa, realizan asesoramiento a personas con discapacidad y llevan adelante todo lo relacionado a los deportes adaptados.

“Trabajamos desde hace un año juntos. Hacemos un equipo muy bueno entre los dos, tenemos mucha confianza, somos amigos y nos complementamos muy bien. Trabajamos todo el día juntos y después salimos a pedalear, tenemos muchas cosas en común. Podemos aportarles mucho a las personas con discapacidad y, a la vez, aprender también de los profes que trabajan en la subsecretaría. Para nosotros, estar acá es un aprendizaje constante”, cerró Augusto.