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Javier Pepe: "Drácula fue un antes y un después en mi vida"


Del deporte al teatro, de la cima a comenzar de nuevo. Así de zigzagueante ha sido la trayectoria de Javier Pepe. Fue el único mendocino que participó del elenco original de Drácula, el famoso musical escrito por Pepe Cibrián y con música de Ángel Mahler, que se estrenó en 1991, en el Luna Park.

La obra se presentará los próximos 28, 29, 30 y 31 de mayo en el Teatro Independencia.

En ese marco, Javier dialogó con el área de Comunicación de la Secretaría de Cultura, sobre lo que significó formar parte de aquel elenco.

¿Cuándo descubrió su vocación por el teatro?

Mi vocación por el teatro nace de mis abuelos, que fueron músicos. Sin embargo, en principio me dediqué a un deporte atípico para la época, al patinaje artístico, y lo hice con muy buenos resultados. Tanto es así, que representé al país en sudamericanos y mundiales. No obstante, mi vocación por el teatro comenzó a los 9 o 10 años, cuando formaba parte del Club Infantil del Teatro de la UNCuyo.

En un momento dado, decido irme a Buenos Aires, por una cuestión personal. Llegué y me instalé en La Plata, con todas las expectativas que generaba esa nueva experiencia.

pepe dracula

¿Cómo se abre la posibilidad de participar en Drácula?

Porque sale un aviso para un casting en el Luna Park. Me presenté, pasé la primera prueba y de ahí en más fue un mes completo de evaluaciones y competencias con un grupo de mil chicos. Ahí aprendí que en un casting vos podés quedar seleccionado no por ser bueno o malo, sino porque tenés el perfil que estaban buscando.

A partir de quedar confirmado en el elenco, se generó un cambio en mi vida, fue un antes y un después. Se plantearon cuarenta funciones, con una inversión millonaria.

¿Cuáles fueron sus sensaciones en el debut?

Nosotros hicimos varias funciones de prensa, ensayos generales. Era una megaproducción que nunca más se realizó ni creo que se repita. Ese jueves 29 de agosto, el espectáculo estaba tan bien armado, que no teníamos miedo, aunque sí ansiedad.

Cuando salimos al saludo final y vimos miles de personas paradas ovacionándote (cuando digo ovacionándote, si bien es al colectivo, vos lo sentís de manera singular también), esa experiencia no tiene parangón, es única e irrepetible.

Siempre se dice que el elenco original fue el mejor. Yo no creo que sea tan así, porque todos los elencos que han pasado en estos 25 años han dejado algo, han tenido lo suyo. Lo que sí es cierto es que nosotros hicimos el éxito, los que vinieron después se subieron al éxito, ahí está la diferencia.

¿Qué reflexión hace sobre su carrera?

Siempre digo que soy como el curioso caso del señor Benjamin Button, porque empecé de arriba para abajo. El embudo fue al revés en mi vida, porque, por determinadas circunstancias, volví a Mendoza y tuve que empezar de nuevo, con todo lo que eso implica, en una provincia como la nuestra.

Me costó adaptarme a este entorno, que es bastante hostil, en el que metés 10 personas a una sala y están contentos, y yo no estaba acostumbrado a eso. Todo eso me llevó, con el paso del tiempo, a padecer Mendoza, porque lo padecía, pero nunca me detuve, siempre estuve en movimiento, creando, capacitando personas, innovando.

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Tras tantos años, ¿sigue sintiendo nervios al subir al escenario?

Cuando patinaba, cada vez que entraba a una pista a competir, tiritaba como una hoja. Bueno, cuando estoy por estrenar una obra o cuando pasan estos eventos, diez días antes ya comienzo a sentir nervios. Abrazo todo con tal intensidad, que el día que pierda eso es porque dejé de vivir. Siento los mismos miedos y ansiedad que el primer día.

¿Cómo ve la actualidad del teatro en Mendoza?

Veo muy poco teatro, no me divierte. Lo hago con mucha pasión, pero no lo consumo. En Mendoza, tendríamos que trabajar más en conjunto, hacer más difusión de la actividad artística. Muchas veces a uno le dan ganas de tirar la toalla, de dedicarse a otra cosa, porque el medio es muy hostil y también los colegas a veces somos poco solidarios entre nosotros.

¿Qué opinión le merecen los reconocimientos a los hacedores culturales?

Siempre es bueno un reconocimiento y más cuando uno lleva 25 años de trayectoria. Tampoco pretendo un busto en la plaza Independencia… por lo menos no hasta que la remodelen (risas).