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La Orquesta Filarmónica de Mendoza nuevamente en concierto


Tras el éxito obtenido con las funciones de la ópera La Traviata, la Orquesta Filarmónica de Mendoza vuelve a presentarse el sábado 29, a las 21.30, en el Teatro Independencia, esta vez bajo la dirección del albanés Oleg Arapi.

El programa incluye el estreno local de la obertura de la música para el filme La libertad o la muerte, compuesta por el albanés Kujtim Laro; la Sinfonía concertante para vientos y orquesta, de Mozart, y la Cuarta Sinfonía de Tchaikovsky.

Kujtim Laro (1947-2004) fue el principal compositor albanés de música de películas. En 1978 compuso la música para La libertad o la muerte –estrenada al año siguiente–, que narra los hechos ocurridos en 1907, cuando patriotas albaneses, liderados por Cerciz Topulli y Mihal Grameno, lucharon en contra de los invasores turcos para preservar la lengua albanesa, mientras seguían persiguiendo la independencia de Albania, que estaba en manos otomanas desde el siglo XIV. La música, sumamente teatral, muestra la opresión de un pueblo que buscaba independizarse y anticipa la victoria final con una inmensa danza triunfal.

El concierto se completa con dos obras canónicas y siempre celebradas por el público: la Sinfonía concertante para oboe, clarinete, trompa, fagot y orquesta, de Mozart (una obra que se ha tocado mucho en nuestro medio) y la cuarta de las sinfonías de Piotr Ilich Tchaikovski. Los solistas de la sinfonía mozartiana serán Gustavo Longo, Mauro Rodríguez, Marcelo Mercado y Luis Corrado. Es importante destacar que tres de ellos, Longo, Rodríguez y Mercado, son integrantes de la orquesta.

Esta vez, el director de la orquesta será el albanés Oleg Arapi, quien se formó en su país y luego se perfeccionó en Rusia. El maestro Arapi ha desarrollado una importante carrera como director, presentándose junto a coros y orquestas de varios lugares de Europa y ofreciendo conciertos en Albania, Italia, Vaticano, Rusia, Ucrania, Polonia, Macedonia, Ecuador, República Checa, China, entre otros.

El clarinetista Gustavo Longo se formó en Mendoza y asistió a cursos de perfeccionamiento en Bélgica. Se ha presentado como solista en Mendoza y San Juan. Por su parte, Marcelo Mercado estudió en Salta, Tucumán y Buenos Aires, y asistió luego a numerosos cursos de perfeccionamiento, que le permitieron después integrar orquestas en Salta, San Luis, San Juan, Mendoza y Buenos Aires, con las que tocó como solista. El cornista Mauro Rodríguez nació en San Rafael y estudió en Mendoza, donde hoy es docente, actividad que alterna con la de músico de orquesta y solista, habiéndose presentado en Mendoza, San Juan, Rosario y Córdoba. El cordobés Luis Corrado (fagot) es un gran difusor de su instrumento. Fue docente en Córdoba, Santa Fe y San Juan e integró orquestas a lo largo y ancho de toda la geografía argentina.

PROGRAMA

Primera Parte

  • Kujtim Laro (1947-2004)

Obertura de la música para la película “La libertad o la muerte”

  • Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791)

Sinfonía concertante para oboe, clarinete, trompa, fagot y orquesta

  • I- Allegro
  • II – Adagio
  • III – Andante con Variazioni
  • Solistas Invitados: Gustavo Longo (clarinete), Mauro Rodríguez (corno), Marcelo Mercado (oboe), Luis Corrado (fagot)
  • Segunda Parte:
  • Piotr Ilyich Tchaikovsky (1840-1893)

Sinfonía Nro. 4, opus 36

  • I – Andante sostenuto — Moderato con anima
  • II – Andantino in modo di canzona
  • III – Scherzo: Pizzicato ostinato
  • IV – Finale: Allegro con fuoco
  • Director Invitado: Oleg Arapi (Albania)

Comentarios a las obras

Por Ramiro Albino

Kujtim Laro (1947 – 2004) fue un compositor albanés que es mayormente reconocido y recordado por su intensa producción de bandas sonoras para el cine, que incluye más de 35 títulos muy conocidos en su país, aunque su producción también incluyó canciones y obras clásicas. Nació en la ciudad de Vlora, su padre era director y su hermano tocaba el cello, por lo que desde pequeño sintió atracción hacia la música. En 1965 comenzó a estudiar composición en el Instituto de Bellas Artes de Tirana, en muy poco tiempo comenzó su producción juvenil, en la que se destacan las Variaciones para violonchelo y orquesta (1967) y el Concierto nº 1 para violín y orquesta (1969). Tras graduarse en 1970 comenzó a dar clases en la institución donde había estudiado, y comenzó su fructífera carrera de compositor de bandas sonoras, que fueron muy premiadas por las autoridades estatales de su país. Paralelamente dirigió el ensamble musical del ejército

Desde 1385, Albania fue conquistada por los ejércitos del Imperio Otomano, lo que significó siglos de lucha buscando la independencia, que finalmente se logró con la Guerra de los Balcanes, en 1912. En 1907, un grupo de patriotas albaneses, liderados por Cerciz Topulli y Mihal Grameno, lucharon en contra de los conquistadores turcos para preservar la lengua albanesa mientras seguían persiguiendo la independencia de Albania. De eso trata la película “La libertad o la muerte”, cuya música fue compuesta por Kujtim Laro. La obertura de ese film, que se escuchará en el próximo concierto de la Orquesta Filarmónica de Mendoza, sintetiza poéticamente los hechos, describiendo a los turcos con sonidos graves y pesados que se oponen al tema marcial que representa al héroe Cerciz Topulli, y que tras momentos que alternan lo lírico con lo patético, llevará a todo el conjunto a un fortissimo que pinta musicalmente el triunfo, hasta llegar a un baile que nunca termina, la fiesta de la libertad, preparada durante siglos por toda una cultura.

Cuando Mozart era muy pequeño fue llevado a París, en calidad de niño prodigio, recibiendo allí una cálida bienvenida. Sin embargo, tiempo después, cuando el compositor tenía 22 años, volvió con su madre a esa ciudad, y las cosas no fueron tan sencillas. Allí encontró a un cuarteto de vientos, formado por alemanes, que le encargaron una obra y eso le hizo recobrar la esperanza. Entregó el manuscrito al encargado de copiar las partes para la orquesta, pero misteriosamente se perdió, causando el enojo del compositor, que pensó que eso era parte del complot parisino que había hacia su persona. En una carta a su padre, aseguró que volvería a escribirla de memoria, pero nunca se supo si lo hizo. El manuscrito de la obra que escucharemos en el concierto de la Orquesta Filarmónica de Mendoza apareció décadas después de la muerte de Mozart, y su autoría es dudosa (algunos estudiosos se atreven a asegurar que la obra fue compuesta por el genio de Salzburgo, mientras que otros creen que se trata de fragmentos de la obra original, intervenidos por otras manos). Más allá de toda duda, la obra es de excelente factura, y se la interpreta permanentemente entre el repertorio canónico de orquestas y solistas.

En 1876 Tchaikovsky comenzó a trabajar en su Cuarta Sinfonía, y el mismo año anunció que había decidido casarse, seguramente para lograr mayor aceptación social (era homosexual), y lo hizo al año siguiente, con su alumna Antonina Milyukova. Como no podía ser de otra manera, el matrimonio fracasó, y el compositor se refugió en la música, componiendo febrilmente su sinfonía en la que dejó de lado el gozo y exuberancia juvenil de las tres anteriores, mostrando dramáticamente la angustia del hombre (reflejo de sus propios sentimientos) ante la inmensidad del cosmos, su soledad ante la vida. Todo esto se escucha desde la atronadora y angustiante fanfarria que abre la obra. Sin embargo, luego de segmentos más contemplativos, la obra cierra de manera festiva y grandilocuente. La obra plantea una serie de enigmas, y quizás el más estudiado y discutido es la dedicatoria “a mi mejor amigo”, que quizás fuese quien lo redimió de sus males.

Piotr Illych Tchaikovsky dejó en sus cartas una serie interesantísima de testimonios sobre su música, y especialmente sobre sus sinfonías, a las que por momentos parece tratar como seres vivos (¿quizás viera en ellas a los hijos que nunca tuvo?). En una carta a Taneyev, escribiendo sobre su Cuarta Sinfonía, expresó: “No debería desear que los trabajos sinfónicos que salen de mi pluma no expresen nada y consistan sólo en una interpretación vacía de acordes, ritmos y modulaciones. ¿Acaso no debería una sinfonía expresar todo aquello para lo que no hay palabras, pero que debe expresarse?”.