Estado de las rutas y del tiempo en Mendoza

Megajuicio: retomaron las audiencias con tres nuevos testimonios


La etapa testimonial en el IV Juicio por Delitos de Humanidad continuó hoy en Tribunal Federal Oral Nº1. Las testimoniales de Heidy Tenembaum, Norma Susana Domínguez e Isabel Núñez, aportaron datos sobre detenciones y desapariciones cometidas tras el golpe cívico militar y en abril de 1977.

Heidy Tenembaum declaró sobre la desaparición de su hermana, Gisela, quien para el año 75 era estudiante de la carrera de Ingeniería en la U.T.N, militante de la Juventud Peronista  y presidenta de ese centro de estudiante. Posteriormente, formó parte de Montoneros juntos a su compañero Alfredo Escamez, también desaparecido.

La testigo recordó episodios en los que Gisela y Alfredo debieron cambiar de domicilio al ser buscados “por los milicos”, según relató Tenembaum. “Para el 10 de febrero de 1976, se fueron de la casa y no volvieron nunca más”, expresó la testigo y agregó que con el tiempo supo que se encontraban en San Juan.

Sobre Escamez, la testigo recordó que su desaparición se produjo cuando éste asistió en lugar de Gisela a una reunión de militantes Montoneros. Posteriormente a estos hechos, Heidy  fue víctima de un violento allanamiento en donde fue interrogada sobre el paradero de Gisela y Alfredo. “Me decían que estaban tras la pista”, recordó sobre este episodio ocurrido en noviembre de 1976.

Tenembaum recordó que su hermana compartió refugio junto a Ana María Morál (asesinada) y Juan José Galamba (desaparecido) y además, aportó datos sobre la desaparición de Elvira Benítez (cuya hija quedó a su resguardo hasta dar con sus familiares) y Billy Lee Hunt.

Seguidamente, el testimonio de Norma Susana Domínguez versó sobre la detención de su esposo, Roberto Azcárate, ocurrida en marzo del 77 cuando fue llevado al D2. Vendedor de libros médicos en la Facultad de Medicina. “Al llegar ahí me di cuenta de lo que estaba pasando en el país”, expresó Norma al relatar sobre la búsqueda para dar con Roberto.

En esta búsqueda tomó contacto con diferentes personas, entre ellas los ex compañeros del Liceo Militar, profesionales cercanos a la familia y ante el sacerdote Jor en el Comando, que le dijo “preparate para cualquier cosa”.

Norma se presentó por segunda vez en el D2, donde los uniformados de la guardia le pasaron una lista con nombres de personas; su marido no figuraba allí. Al tiempo supo que el auto secuestrado al momento de la detención de Azcárate se encontraba en el D2.

“Cada día hacíamos un trámite”, expresó Norma al detallar las acciones legales realizadas para dar con el paradero de su esposo. A los nueve días, Roberto Azcárate quedó en libertad. De sus palabras, supo que permaneció en cautiverio en un calabozo en el D2, donde sufrió torturas mientras era interrogado sobre su vínculo con Ana María Montenegro, su prima. Además, mencionó sobre las torturas padecidas por mujeres embarazadas, y sobre la detención de Saúl Eduardo Hanono con quien Azcárate coincidiera en cautiverio.

El tercer testimonio fue brindado por Hilda Isabel Núñez, quien relató sobre el secuestro y desaparición de su ex esposo, Juan Montecino.

Núñez conoció a Montencino en General Alvear; él era maestro mayor de obras, estudiante de Ingeniería e integrante de la Juventud Peronista. Para el año 1974, se trasladaron a Mendoza, y vivieron en una vivienda en Las Heras, junto a sus hijos y un primo de Juan, llamado Miguel. Ambos trabajaban como techistas y actualmente se encuentran desaparecidos.

“Miguel salió a trabajar un día y nunca más volvió; y con mi esposo pasó lo mismo”, expresó la testigo, y agregó que tras esto regresó a General Alvear. “En ese momento, estaba sola con mis tres hijos, no sabía qué hacer; Nunca más supe de él”, expresó Isabel y solicitó a las partes intervinientes en el actual procesamiento la necesidad de saber algo sobre Juan. “Y ahora, ¿dónde está?”, resonó la pregunta en el recinto.

Posteriormente a la desaparición de Montecino, Isabel fue violentamente detenida el 31 de diciembre de 1976. Fue llevada a una comisaría juntos a sus hijos, y luego trasladada por policías al D2 sólo con su hija menor. Allí permaneció vendada y salvajemente golpeada en interrogatorios violentos, y bajo esas condiciones, fue obligada a firmar una declaración cuyo contenido desconocía.

Del D2 fue trasladada a la Penitenciaría Provincial. Antes de esto, pudo dejar a su hija al cuidado de su tía. Posteriormente fue trasladada a Devoto, y a los seis meses nuevamente al Penal. Luego de dos años y tres meses detenida, fue sometida a un Comando de Guerra que determinó absolverla de cargos, tras lo cual recuperó la libertad en 1978.

Finalmente, sobre la identidad de Miguel, el doctor Dante Vega exhibió a la testigo la foto Nº 72 del álbum de víctimas. Ésta fue reconocida por la declarante, tras lo cual se lo pudo identificar como Antonio Pérez Lara Bonoso.

Las testimoniales continuarán el lunes 1 de diciembre y el martes 2 de diciembre a las 9.30,  en el primer piso de Tribunales Federales.